miércoles, 2 de septiembre de 2009

El renacimiento de la Atlántida y la siembra de árboles - Efraín Diaz

Después de que la Atlántida se hundió, algunas partes de la isla seguían sin hundirse. El hijo de un héroe de la Atlántida, Cástor sobrevivió con el teócrata y otros aldeanos. Después de cuatro años el teócrata fue atacado por un siervo de Cronos. Para que nadie se diera cuenta, el siervo adaptó el cuerpo del teócrata y hizo su papel durante muchos años… Cuando iba pasando el tiempo ellos podían seguir sobreviviendo debido a que abundaban muchos animales.

Un día, sin esperárselo, fueron atacados por Ulfsarks (vikingos del norte) ellos tenían un ejército pequeño, pero resistieron al ataque. Después de lo sucedido, decidieron atacarlos. Derrepente vieron un pasaje aéreo. Para usarlo debían destruir el castro de los nórdicos, que es una pequeña fortaleza. Ellos no perdieron tiempo y atacaron mientras dormían.esa batalla duró dos días. Cástor era el mejor guerrero y gracias a él pudieron entrar al pasaje. El pasaje aéreo los llevo a tierras de los griegos, pero ellos aún no lo sabían.

Al los costados del pasaje habían dos templos; de Cronos, el dios del tiempo y el espacio; y el de Urano, es el dios primordial del cielo. El teócrata le dijo a Cástor que debía adorar a esos dioses porque ellos los habían llevado a tierras seguras. Pasaron las noches ahí, justo por ahí pasaba un explorador griego. El explorador fue hasta el gobernante de Grecia, Perseo. Le contó que habían atlantes en sus tierras y que estaban adorando a dioses enemigos. Grecia al oir eso se preparó para un combate.

Al siervo de Cronos, es decir, el teócrata, le convenía que los ejércitos de Perseo y Cástor se peleasen para sin sucediera el caso de que Cástor destruyera la fortaleza de Perseo, para librar al jefe de los titanes, Cronos. Fue una batalla dura, muchos hombres murieron, pero Cástor y su ejército lograron destruir la fortaleza, en eso, hubo un temblor muy muy fuerte. Luego todos vieron que salía de la tierra el jefe de los titanes Cronos. El teócrata se comenzó a reír y les mostró a todos su identidad.

Cástor y Perseo dejaron de luchar porque se dieron cuenta de que todo era una trampa, Cronos empezó a destruir todo el imperio Griego. Mientras destruía el imperio todos vieron en el cielo una luz, era Hermes, el mensajero de los dioses y les dijo que sólo tenía una esperanza. Tenían que ir al bosque de Gea, diosa de la naturaleza. Debían buscar el árbol invocador y decir éstas palabras: “Oh Gea, ayúdanos a destruir a Cronos y ayudaremos a la naturaleza”. Luego Hermes se fue volando, deseándoles buena suerte a lo héroes.

Los héroes no perdieron más tiempo y emprendieron su camino en busca del árbol invocador. Todo estaba tranquilo, hasta que de pronto el cíclope y el centauro los atacaron por estar en su territorio, ellos lucharon contra ellos. El cíclope estaba apunto de aplastar con su mazo a Cástor, pero Perseo le corto la cabeza y juntos acabaron con el centauro. Cuando llegaron al árbol invocador, los dos dijeron las palabras y apareció Gea del árbol y fue a luchar con Cronos. Fue una pelea realmente increíble. Sus poderes eras sorprendentes y inimaginables. Cronos comenzó ganando porque Gea estaba ahorrando toda su energía para el ataque final. Y Gea destruyó por completó a Cronos.

Al final, los héroes le pidieron una última cosa, que si ella podía hacer crecer árboles, porque Cronos había detruido casi todos los árboles, sólo por una parte quedaban. Gea les sonrío y delante de ella empezaron a crecer árboles rápidamente. Los héroes le prometieron a Gea que iban a cuidar mucho los árboles y que iban a sembrar mucho más cada vez que talaran uno. Recién en ese momento Gea les dijo sólo una palabra: “Gracias”. Gea se fue hundiendo en la tierra.

Los Griegos reconstruyeron todos sus edificios y sembraron granjas, ya que Cronos había destruido casi todo. Por otra parte, los atlantes se fueron no muy lejos del imperio griego y reconstruyeron la Atlántida. Desde ese momento, griegos y atlantes convivían en paz y fueron aliados siempre.



Fin
Efraín Díaz Cortez

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